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Historia de un abuso

Hace un poco más de un año atrás Daniela Acevedo Basualto hizo una convocatoria invitando a mujeres a romper el silencio, a escribir sobre sus historias de abuso, pues ella está segura que casi todas las mujeres han sufrido algún tipo de abuso alguna vez: sexual, laboral. acoso callejero, violencia intrafamiliar, etc. Así que me propuso conmemorar este 8 de marzo de una manera distinta, hacer una publicación (libro digital) con las historias que le llegaron. Para su sorpresa, 7 mujeres se atrevieron a hablar, de sus propias palabras: «porque el silencio mata compañeras, nos mata a nosotras mismas, por vivir con el dolor dentro día a día a lo largo de nuestra vida y mata a otras compañeras, por no advertirles, por no cuidarnos, por no gritar a viva voz que no es «normal» que nos abusen, que nos acosen, que nos violen, que nos golpeen, que nos maten.» Pues hablar permite liberarnos de eso. Las 7 mujeres presentes en este libro no se conocen, más tienen una historia en común, una «Historia de abuso». …

Mi bisabuela feminista

por Cristián Orellana Es sabido que la Historia no la escriben solo los grandes próceres, sino que éstos van acompañados de pequeños actos de gente anónima que dan curso a los grandes procesos sociales. Al respecto, mi bisabuela fue una feminista aunque es probable que jamás lo haya sabido. No fue una Amanda Labarca o Elena Caffarena, pero tuvo un estilo de vida adelantado a su época. Rosa Albina Guerrero era originaria de Limache y como muchos chilenos, su familia se trasladó al norte de Chile a inicios del siglo XX para buscar trabajo en faenas relacionadas con la explotación del salitre. En Tacna (en ese momento bajo ocupación chilena) se casaría con Gualberto Miranda y tendrían una hija, Florencia. Hasta allí todo normal y correcto. La historia comenzó cuando don Gualberto desaparece del mapa y deja solas a esposa e hija. Al respecto circulan dos historias en nuestra familia: Que se habría ido a la pampa a catear minas (en el más amplio sentido de la expresión), o que se habría escapado siguiendo los …

El sueño de la casa propia

por Daniela Acevedo Tengo 30 años y llevo un mes viviendo sola, antes vivía en la casa de mi padre y de mi madre, donde además conviven tres hermanas más, tres perros, dos gatos, un gallo, dos gallinas, una eriza y miles de plantas. El proyecto de vivir sola, lo arrastro desde que tengo memoria, pero me demoré un poco porque quería hacer las cosas de manera consecuente con la forma en como entiendo la vida. Quería comprarme mi casa vendiéndome lo menos posible al sistema y tratando de proteger mi alma de las instituciones bancarias y comerciales. Así que comencé a trabajar desde pequeña, a ahorrar todo lo posible dentro de las posibilidades, hasta que lo logré, me compré mi casa al contado y en efectivo a mis 30 años, sin pedirle nada a nadie. El otro día, una de las personas que trabaja en el edificio me dijo: “pobrecita, vive sola” y durante la misma semana otra persona que también trabaja ahí me dijo: “hay que ser valiente para vivir sola”. En este proceso, que …

La receta

por Mauricio Embry En una nueva edición de relatos, presentamos a Mauricio Embry con un cuento sobre anorexia y juventud. En cuanto suena el timbre, Gloria se dirige rápidamente al camarín lamentándose por no haber alcanzado a hacer más abdominales. Al llegar abre la llave de una de las duchas y se moja el pelo. Luego se pone el uniforme encima de la polera transpirada. — ¿Y voh no te vai a bañar huevona? —le dice una compañera mientras se abrocha el sostén. Gloria no responde y simplemente se apresura a meter las cosas en su bolso lo más rápido posible. —¡A voh te hablo! ¿No te vai a bañar? —Me baño después en mi casa —responde Gloria sin mirarla a la cara. —¡Que erís rancia!, vai a andar pasada a ala todo el camino. Gloria no dice nada y se va del lugar con el pelo chorreando una mezcla de agua y sudor. —Esta mina siempre hace lo mismo —comenta otra compañera—. Nunca la he visto bañarse. Cree que porque se moja el pelo pasa piola, …

Yo tengo un secreto

por Valeria Reyes Zaragoza Yo tengo un secreto. No sé si deba contarlo, pero a éstas alturas, ¿ya que chingados no? Me está carcomiendo las entrañas. Hoy pensé en gritarlo, en matarme, pero soy una cobarde. Desperté, mi cuerpo lo hizo. Yo, sigo igual, somnolienta, dudando. Cómo extraño a mi familia, pero sé que no puedo volverlos a ver, no quiero que mueran, prefiero que vivan en lo poco que me queda de memoria y yo, morir. Lo que más recuerdo es la época de Navidad, cuando dejábamos las peleas atrás mis hermanas y yo, eran los días más perfectos. Me meto a bañar, me arreglo, como siempre, cargo mi arma y llamo para ver mi itinerario. Ser cuando se es lo que soy, dormir es como un parpadeo. A muchas les gusta maquillarse para verse más guapas, yo, odio verme bien, ojalá hubiese nacido deforme, así jamás me habrían llevado.  Yo lo veía seguido por ahí, pasaba con sus amigos, bueno, con los de su trabajo. Me flechaba con cada mirada, y  yo, me quedaba de tonta. Nadie se imaginaba …

Entonces, ¿Qué eres tú?

por Japanesa, publicado originalmente en su blog Varias amigas creen que todos los seres humanos somos bisexuales y que si no lo hemos experimentado es netamente por un tema cultural. Yo pienso que es difícil definir categorías sexuales, porque muchos ni siquiera buscan encajar en alguna de ellas y viven tranquilos desapegados de cualquier normativa social, moral o cultural. Como pienso que existen tantas posibilidades como personas en el mundo, no defiendo con pasión mi postura y sólo busco las respuestas que me ayudan a vivir una vida feliz, tranquila y cuidadosa, para no dañar a costa de mi felicidad a quienes amo. “Entonces, ¿qué eres tú?”, me han preguntado (cuando son cercanos no me molesta), pero no deja de parecerme una duda mal formulada. Lo primero que pienso es soy muchas cosas y sólo una de ellas tiene que ver con mi orientación sexual: Soy mujer, mamá, periodista; soy perseverante, tímida con los desconocidos y desenvuelta con los míos, entre millón de otras cosas buenas y no tanto.  ¿En qué medida el amar a otra mujer …

La culpa por cambiar de idea

por Carolina Estroz Fernández Hace 10 años, estaba en pleno carrete  de último año de universidad, abrigada, pues estudiaba en el sur de Chile, pero me desabrigaba rápidamente después de los primeros sorbos de vino en caja, que llegaban después de las cervezas y antes del ron Silver. A sí pase mis años de universidad, carreteando lo que no había podido durante mi adolescencia, con amigos ocasionales que se transformaron en amantes de toda la vida y «amigos de siempre» que hoy ni siquiera sé que hacen. Hace 10 años pase algún susto de embarazo, se me cruzó la vida y la cara de mi madre mientras me hacía una ecografía que arrojó como resultado lindos y tiernos quistes ováricos. Desde ahí, me hacen compañía cada cierto tiempo en mis ovarios o bien en mi cabeza pensando que han vuelto o que sean ido. ¡Imagínense! Tendría un hijo de 10 años y una relación de amistad más profunda que la que tengo hoy con su casi padre, pero no quería ser madre. Hace exactamente dos años …

¿Prefieres ser bella o feliz?

por Nicole Basly Castro Trabajo en un colegio, las adolescentes sin duda son más desarrolladas físicamente que yo, asisten maquilladas y perfectas cada día al colegio. C uando alguien llora, la respuesta es que se sienten feas, que sus pololos las dejaron por otras con mejor físico o simplemente que ellas no encuentran nada bueno en sí mismas. Es así como reconocí que la juventud de hoy necesita la aceptación y la belleza como forma de vida y no como complementos o parte de ella. El problema ocurre porque, las mujeres como un virus contagiamos la necesidad de vernos bellas y jóvenes eternamente y no mostrar la edad que realmente tenemos.  Todos los comerciales encuentran la forma de vender juventud, una piel lozana, sin arrugas, sin manchas, sin vellos, sin expresión. Yo me pregunto ¿Por qué tanta necesidad de verse sin vida? Sí, porque creo que las arrugas, las pecas o las manchas de embarazo, son características que demuestran nuestras vivencias. Buscando recuerdos, encuentro a mi tía que para cada comida familiar no lograba reírse tranquila, …

Bonita pero no pendeja

por Yudy Montoya, publicado originalmente en su blog El ser ¨bonita¨ generalmente esta ligado a la manera superficial en la que se evalúa el físico bajo un estándar de prototipos establecidos principalmente por los medios de comunicación, aunque hay quienes van más allá y captan la belleza que descubren en el interior, la que sobre sale en la fuerza y el talante de una mujer, en su modo particular de concebir el mundo que la rodea y por su puesto en la sensualidad que, a veces desbordada en otras más reservada, sale a flote cuando a la hora de encantar serpientes se trata. Nos guste o no, lo aprobemos o no, solemos estar sometidas a todo tipo de evaluaciones tanto por hombres como por las mismas mujeres, el problema real es cuando después del  ¨examen¨ somos ¨clasificadas¨ bajo los estándares de ¨bonitas¨. Pues una de las características de aquel prototipo, es que son brutas y que están donde están por palancas o por ¨hacer favores¨. Entonces ¿puede la belleza física ser un inconveniente?  El en año …

Con plata o sin plata, los “maricas” siempre cargamos con alguna pena

por Japanesa, publicado originalmente en su blog Por lo general, me las doy de valiente, pero releer algunos textos de Pedro Lemebel con la triste excusa de su muerte, me enrostró lo poca cosa que es uno al lado de otros que luchan por nuestras causas escondidas y lo ridículo de las pataletas que hacemos a diario por las pseudo fatalidades que sufrimos. No soy una “Marica Pobre”, no supe lo que era ser gay en el Chile de hace 40 años atrás y ni siquiera hoy lo sé. No he sufrido más violencia por mi orientación sexual que los cabezazos que me he dado yo misma contra la pared. Mis miedos se resumen al posible rechazo de mi familia y a los juicios cercanos. A lo que diga la “ex” que quedó “con cuello” y a los que quieren creerse el cuento que los deja más tranquilos. Pero aún contra todo eso, tengo mucha fuerza y verdad para pararme con la frente en alto en sus narices y decirles que lo mío no es calentura, …